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lunes, 14 de septiembre de 2009

Preciso tiempo, necesito ese tiempo que otros dejan abandonado porque les sobra o ya no saben que hacer con el. Tiempo en blanco, en rojo, en verde, hasta en castaño oscuro; no me importa el color. Candido tiempo que yo no puedo abrir y cerrar como una puerta. Tiempo para mirar un arbol, un farol. Para andar por el filo del descanso, para pensar que bien hoy es invierno, para morir un poco y nacer enseguida, y para darme cuenta y para darme cuerda. Preciso tiempo, el necesario para chapotear unas horas en la vida y para investigar por que estoy triste y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo. Tiempo para esconderme en el canto de un gallo y para reaparecer en un relincho, y para estar al dia, para estar a la noche. Tiempo sin recato y sin reloj. Vale decir preciso o sea necesito, digamos me hace falta tiempo sin tiempo.

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Muere lentamente quien se transforma en esclavo del habito, repitiendo todos los dias los mismos trayectos; quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce. Muere lentamente quien hace de la television su guru. Muere lentamente quien evita una pasion, quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las "ies" a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos. Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando esta infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detras de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos. Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye musica, quien no encuentra gracia en si mismo. Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Muere lentamente, quien pasa los dias quejandose de su mala suerte o de la lluvia incesante. Muere lentamente, quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, no preguntando de un asunto que desconoce o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe. Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar. Solamente la ardiente paciencia hara que conquistemos una esplendida felicidad.