Uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia. Pero su tren, vendió boleto de ida y vuelta. Son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas. En un rincón, en un papel o en un cajón. Como un ladrón te acechan detrás de la puerta. Te tienen tan a su merced como hojas muertas que el viento arrastra allá o aquí, que te sonríen tristes y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve...
El tiene los ojos buenos y una figura pesada. La edad se le vino encima, sin carnaval ni comparsa. Yo tengo los años nuevos y el hombre los años viejos. El dolor lo lleva adentro y tiene historia sin tiempo. Es un buen tipo mi viejo, pero somos tan distintos.
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